En República Dominicana, un grupo de empleados de
El Crossfit es un sistema de entrenamiento de fuerza y acondicionamiento físico, basado en ejercicios funcionales realizados a una alta intensidad. Su principal diferencia es que se basa en tiempos o cantidad de repeticiones, incentivando la competitividad y compañerismo entre los participantes.
Ana Fernández es una de las pioneras, aunque siempre ha hecho ejercicio de manera tradicional en un gimnasio o en clases de grupo. Eso fue hasta que un amigo la invitó a hacer una clase de prueba en un “box” (lugar de entrenamiento).
“Yo no sabía qué era Crossfit, en la primera clase no tenía ninguna expectativa y ni siquiera había googleado qué era. Si hubiera sabido antes quizá lo hubiera pensado un poco antes de ir. En esa primera clase éramos 3 personas nuevas, nos pusieron a hacer una rutina más suave pero aún así me encantó, sentí que tuve que esforzarme y dar esa milla extra”, cuenta Ana.
Ana siguió practicando sola Crossfit hasta que Roberto Lapeira (otro asociado en
El crossfit se llevaba también a la oficina al punto de que se convirtió en el espacio de conversación del día y a partir de ahí en una inspiración para que las personas se unieran por la actividad física.
“Isaías fue uno de ellos, llegó nuevo de Costa Rica y vio cómo el grupo completo hablaba todas las mañanas de Crossfit, de cuánto duramos, qué nos pareció el WOD (ejercicio del día) y cómo terminamos tan rápido. Estas conversaciones informales surgían en los pasillos, y viendo el entusiasmo de las personas también quiso unirse”, cuenta Ana.
No es fácil.
Empezar en un deporte siempre es difícil, aún más cuando hay trabajo, familia y otras actividades que consumen el tiempo de las personas. Ana es mamá de dos niños, uno de 9 años y otra de 2 y sin embargo para ella lo más difícil fue volver a empezar después de su segundo embarazo.
“Volví a pura disciplina. Al principio cuando estuve de licencia y traté de sacar al menos 1 hora para mí. Tomaba el tiempo, por ejemplo a las 11am, e iba a hacer ejercicio. La entrenadora sabía que yo estaba en licencia y bajaba la intensidad”, cuenta Ana.

Para ella, los días que no hace crossfit se siente más lenta, con menos ánimos y son días que pasan más despacio.
“Para mí el ejercicio es vital para sobrellevar la presión del trabajo, son largas horas de presión y cuando hago ejercicio en la mañana llego con pilas, animada y se me nota”, comenta.
Después de sobrellevar la disciplina que conllevaba volver a comenzar, decidió que las 6 de la mañana era la hora ideal para que ella hiciera ejercicio, “ a las 6am o se hace ejercicio o se duerme, no hay más que hacer”.
Su inspiración va más allá de sentirse o verse bien. “Cuando hago algo nuevo como un skill lo grabo y se lo enseño a mi hijo y le pregunto qué le parece y él dice: ‘wow mami’, eso me ha ayudado a verme como esa mamá activa, que es como un role model y la que quiero que mi hijo tenga”, concluye Ana.
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